Las contraseñas se han convertido en un requisito ubicuo para todas las personas que quieran operar en un entorno seguro. Sobra decir que a la mayoría de nosotros nos desborda la multitud de contraseñas que debemos recordar solo para acceder a nuestras cuentas en línea. Cada vez está más claro que las contraseñas son una forma insostenible de proteger nuestros datos en línea. Del mismo modo, pedir a sus clientes que mantengan un registro pormenorizado de complicadas preguntas y claves de acceso provoca una experiencia de usuario horrible.
La verificación de la identidad a través de la biometría puede garantizar una mayor seguridad para la información privada a la vez que ofrece una mejor experiencia de usuario en el entorno digital de teléfonos inteligentes, tabletas, sensores y otros dispositivos.
Lo que convierte a la biometría en algo tan especial es que es agnóstica de la industria. No importa de qué tecnología o dispositivo se trate: lectores de huella dactilar, escáneres de retina, huella de voz, geometría de la mano, reconocimiento facial e incluso un nuevo método de autenticación basado en selfis que han desplegado MasterCard y la Asociación de Automóviles de Estados Unidos, el objetivo es verificar la identidad de una persona con una gran nivel de garantía al vincularla con diferentes mecanismos de forma simultánea y conocidas como modalidades biométricas. Todas estas modalidades, cuando se utilizan de forma coordinada, pueden ofrecer un entorno significativamente más seguro para el cliente, además de resultar mucho más fáciles de utilizar.
Piense en el siguiente ejemplo de una experiencia de seguridad biométrica omnicanal. Imaginemos que un cliente utiliza la huella dactilar de su pulgar para entrar en una aplicación de banca móvil, la cual sabe que esa persona se encuentra a tan solo unos pasos de un cajero automático. A partir de las preferencias conocidas del usuario, la aplicación podría preguntarle si prefiere retirar ya dinero del cajero o pedirle que se acerce a la máquina e identifique de forma tradicional con una tarjeta con chip y un código PIN. El cliente también podría querer que su preferencia cambie en función de la cantidad de dinero que vaya a sacar. Por ejemplo, si es menos de 200 dólares o euros, podría sentirse cómodo al permitir a su app bancaria retirar el dinero de la máquina. Pero también podría considerar que una cantidad mayor representa una transacción más arriesgada: podría preferir la seguridad de insertar la tarjeta tradicional e introducir su PIN directamente en el cajero. Todo tiene que ver con ofrecer una experiencia digital optimizada y en línea con las preferencias de los clientes particulares y de forma que se combine velocidad, precisión, seguridad y sencillez de uso.